HISTORIA DE VIDA DE UNA LESBIANA

 

Nací siendo la hija mayor de un matrimonio común y silvestre de los años 70 mis padres campesinos al igual que mis abuelos paternos y maternos.  Formamos parte de una familia humilde que trabaja duro para conseguir el sustento diario.  Mi niñez transcurre entre campos y montañas, los primeros cuatro años de mi vida los compartí con perros, gatos, cerdos, gallinas y demás animales de la finca, los únicos niños y niñas con los cuales jugaba eran mis tíos y tías, pero eran años mayores que yo.  Hasta ahí, nada extraño pasaba en mi existencia, hasta que empecé a socializar con otros niños y niñas cuanto entré a la escuela a mis 5 años.

 

Entre las nuevas personas que pude conocer, había una niña 4 años mayor que yo, a quien empecé a mirar de un modo especial, ella me gustaba mucho, pero nunca nadie lo supo.  Con nadie lo comenté. Era muy pequeña para entender lo que me estaba pasando, pero al mismo tiempo, podía entender por los comentarios de mis compañeritas, que lo “normal” era que las niñas se fijaran en los niños y viceversa. Pero qué va! Por lindo que fuera un niño, yo no dejaba de fijarme en esa niña preciosa, ningún varón podía  lograr que ella me dejara de gustar.

 

La niña de la escuela hubiese dejado de gustarme. Ahora había pasado por otras escuelas y en todas ellas me fijaba sólo en las niñas.  No había morbo en mi forma de mirarlas, sólo que me gustaban mucho. Ya era claro a mis 12 años que me gustaban las mujeres y no los hombres. Que miraba las novelas no para apreciar galanes, sino actrices. Pero ahí empieza el calvario, ya soy consiente ¡carajo! Me gustan las mujeres y no los hombres!  Qué dirán mis padres si se enteran, el resto de la familia, los vecinos, Dios, el mundo entero!!!  No lo podía asimilar, no lograba aceptarme como era. Más cuando escuchaba comentarios despectivos a cerca de las personas que eran como yo: “malditas areperas que no les que no les gustan los machos” “Malditos maricas que les gusta el mundo al revés” “Malditos travestis, tratando de imitar a una mujer” “Mucha marimacho mirando viejas”, “locas del demonio”, Etc. Etc. Etc[1].

La cita a pie de página fue muy real en mí.  Como comprenderán me sentía profundamente aludida con dichos comentarios.  Los muchachos me caían, pero no me nacía ser novia de ninguno.  Hubo uno que por su modo especial de ser, logró convencerme de iniciar con él un noviazgo, era un chico especial, quise darme la oportunidad de “cambiar” mis gustos sexuales con él, que la gente supiera que yo tenía un novio y que no pensaran que era lesbiana.

Pero, que va! Por muchos detalles, por lindo el niño, no me gustaba ni que me cogiera la mano, y sólo nos dimos un beso!  Duró mucho el noviazgo porque quería llevarle la contraria a mi mamá, que no quería que tuviera un novio a mis cortos 14 años…pero ese mucho fueron en meses. Sí mucho, para estar con un hombre sabiendo que desde los 5 años me gustaban las mujeres.  Mejor le terminé con la excusa de que mi mamá no aceptaba lo nuestro.  Me arrepiento tanto de haber sido novia de ese chico, siento que de algún modo lo utilicé, para guardar una apariencia ante la sociedad, para intentar cambiar lo incambiable. Yo no logré quererlo, pero él sí se enamoró de mí.  Yo sabía que le hice daño, (tenía claro que no todos son abusadores) y desde allí prometí, no volver a darle ilusiones a ningún hombre   y  no importaba que no tuviese un novio para mostrar en sociedad y tapar mi verdadero gusto sexual, lo que importaba era no usar a nadie por fachada.

Este fue un momento muy crucial en mi vida.  No me acepto como soy, no tengo la capacidad de cambiarlo, ni quiero estar con un hombre por aparentar.  La depresión que había acumulado hasta mis 14 años explotó…ya no quería vivir más, este cuento no tenía ningún sentido.  Pero falló mi intento, los médicos hicieron lo suyo…no sé que tomé, pero sí sé con qué intención lo hice.  Los galenos pensaron que era un síndrome convulsivo y nadie supo lo que en realidad pasó.  Si hubiese muerto mi secreto estaría en la tumba, pero no…está aquí y ya no es secreto…es un testimonio que busca ayudar!

Entré al colegio y una nena me encantaba, los celos me comían cuando la veía con el novio, me reprimía mi gusto, y por temor a perder su amistad nunca le dije nada.  Me encerré en mi mundo, no salía, no tenía ni amigas ni amigos. Sólo música, televisión y yo, mi mundo cerrado con candado sólo para aislarme en él. Del colegio a la casa. Sabía que mi intento con un hombre había fracasado, sin embargo no me aceptaba y quería cambiar lo que era.  Preferí andar con la mirada hacia el piso, para no verme tentada por las mujeres.  No quería otro amor platónico, sentía que yo era la única mujer de mi colegio que se fijaba en mujeres, no quería ser víctima de los comentarios antes mencionados y de muchos otros, no quería aceptar mi realidad.

 

Seguí un estudio superior, allí mi vida empezó a cambiar, no porque ya no me gustaran las mujeres.  Sino porque había llegado una aparente solución  ¿cuál era? Pues que yo sola no podía cambiar mi condición, necesitaba la ayuda de Dios, aquel Dios lindo y piadoso que me estaba presentando una comunidad religiosa.  El empeño en cambiar lo que era, ahora se había incrementado, empecé a leer la biblia con la asesoría de las religiosas. 

Para entonces tenía 23 años, y por haber pasado tanto tiempo sin amigos ni alguien en quien confiar, nadie sabía que yo era  lesbiana. Quizás  muchos lo sospechaban, porque no me veían salir con ningún hombre.  Lo cierto es que nadie lo tenía confirmado y que  yo ingenuamente aún creía que con la ayuda de Dios lo podría cambiar.

 

Empecé un proceso muy doloroso, por un lado me presentaron a Jesús misericordioso, que ama a todos los seres humanos, que sana heridas, que perdona pecados, que cura enfermos, que trae la felicidad plena, la vida eterna, etc. Por otro me presentan a la iglesia, su “representante” en la tierra, la que se cimienta sobre el legado de los apóstoles, la que se dice “poseedora de la verdad”.  Jesús dice que me ama. Un profeta dice macho y hembra Dios los creó (Génesis 1,27)  Jesús dice: todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi padre que está en los cielos (Mateo 10,32) Un seguidor suyo dice: No os engañéis: que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales…heredarán el reino de Dios (1Corintios 6, 9-10)  Otro aparte dice que en Dios no hay acepción de personas (Efesios 6,9)

Resulta difícil entender que por una lado algunos miembros de la iglesia consideran que cualquier heterosexual puede conformar su hogar bajo el sacramento del matrimonio, mientras que nosotros los homosexuales por ser considerados el producto de una depravación: tenemos que permanecer castos, sin el derecho de compartir nuestras vidas con un ser amado, y también sin el derecho a poder consagrarnos dentro de la institución eclesial porque la homosexualidad es claro que es un signo de manifiesta falta de idoneidad para la vida consagrada[2]

Era difícil vivir allí, saber que en algunas de las charlas tocaban el tema de la homosexualidad como una abominación ante Dios.  Sentir que yo era homosexual, y que por más  que también me aprendí a relacionar con Jesús de Nazaret no podía cambiar mi condición.  Esto me hizo caer en una profunda depresión, estaba en la comunidad reprimiendo lo que era, ocultando quién era realmente, por temor a ser juzgada de un modo más directo.

Por esos días escribir era mi única forma de expresión:

INFIERNO ES...

 

Infierno es sentir el alma cansada,

es sentir que no importa nada, que nada vale la pena,

Infierno es sentir el corazón vacío, o tan solo invadido por la tristeza, la angustia y la soledad.

 

Infierno es vivir para la nada,

es vivir en la noche eterna, sin vislumbrar un rayo de luz.

Infierno es no verle sentido a la cruz, es creer que con ella nada se salda!

 

Infierno es no creer en el amor, no creer en la felicidad. Es estar decepcionado de todo y de todos, es no tener confianza en que exista un mundo mejor.

 

Infierno es vivir tan herido, que no se cree en una cura para tanto mal;

Infierno es vivir muerto en vida, sin esperanza, sueños ni ilusión.

 

Infierno es añorar el abrazo, de aquella a la que muchos le quisieran huir.  Es no verle el sentido a sufrir, es desear dormir para ya no despertar más!

Infierno es vivir sumido en la tristeza,  es no tener iniciativa de cambio, porque aunque se haga algo no se cree en nada; todo resulta ser oscuridad.

 

Infierno es vivir en la prisión del vació,

es creer que nada tiene sentido, es andar tropezando siempre, es creer que están dementes aquellos que tienen esperanza...

 

Infierno es todo esto y mucho más, es vivir sin haber VIVIDO, sufrir y llorar sin más!

Y aunque en algún momento se ría, es llevar de payaso la vida; pues aunque su rostro ríe sólo llora su herido corazón!

Infierno es tener el alma encarcelada, porque la sociedad la tiene atada, para no dejarla amar!

 

Esa era mi vida en ese momento, un verdadero infierno.  Sabía en teoría que Dios es amor, pero no puedo negar que lo consideraba el único culpable de mi condición sexual. Que me había condenado a la soledad y el sufrimiento de por vida.

Siempre, aunque el mundo y la iglesia me hablaba de cosas que me confundían y me hacían sentir culpable.  “Supe” que ser lesbiana no había sido mi elección.  A mis cinco años no dije: me enamoraré de una mujer y no de un hombre.  Y si yo no había tomado esa decisión y me sentía tan mal por ser homosexual, ¿entonces quién tenía la culpa?  Pues si era creatura de Dios, fue Dios el culpable…él me hizo como soy…por qué? Por un castigo? Por una condena?

El catecismo de la iglesia católica en el numeral 2357-2358 dice sobre nosotros los homosexuales:

Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado…estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.

Es paradójico, pero un hecho; se condena lo que no se entiende, y se le ponen restricciones a lo que no pueden explicar.

Al ver que no podía cambiar lo que era, intenté mantener oculta mi verdad, y por su puesto, una represión que con la ayuda de Cristo pude sostener por mucho tiempo.  Pero también una condena…porque no tenía vocación para entregarle mi vida sólo a Dios, también se la quería entregar a una pareja. Alguien a quien amar y que me amara por igual.  Era una cruz pretender vivir la castidad que la iglesia ordena. Aunque uno sepa que el amor de Dios está, no me resignaba a vivir una soledad terrenal porque sí:

Leer la palabra me daba a veces aliento y otras veces, sólo motivaba mi grito y mi reclamo:

Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame (Mateo 16,24)

Mi juicio es justo (Juan 5,30)

Claro señor, cómo no seguirte con mi cruz, si ella forma parte de mi vida! Señor: si tu juicio es justo, por qué el mundo me juzga por lo que no elegí?

ESTA CRUZ

Me cuesta tu cruz, me cuesta tu forma de amar, me cuesta tu camino, me cuesta navegar en tu mar…me cuesta el camino andado, que ya no puedo desandar…me cuesta escuchar tus motivos, de por qué continuo acá…

Me cuesta entender tu proyecto que dice: salvar a la humanidad, me cuesta creer en algo “mejor de lo que hay”

Me cuesta distanciar el pensamiento humano de lo que tú puedas juzgar, me cuesta entender que los tuyos, a su modo; el mundo  quieren arreglar…

Me cuesta Todo; se me pierde la esperanza, a veces ¡no puedo más!, pues me cuesta y me pesa la cruz, que la vida me ha querido regalar…me cuesta verte; en medio de este mundo que juzga no te puedo encontrar…

Me cuesta ayudarte con tu cruz y con la mía dejarme ayudar…  Tu lógica no es la mía, ni tu juicio el de mi humanidad, tu mirada no ve como la mía, tú vez siempre más allá de lo que mis ojos pueden mirar, por eso me cuesta encontrarme contigo y por eso me cuesta:  Dejarte de buscar!

 

Vivir así, es llevar a cuestas la cruz y recibir los azotes y tormentos del calvario. Es caer tres veces y a veces no querer levantarse[3]. Porque resulta considerablemente diferente que a una persona heterosexual se le pida que permanezca casto mientras llega al matrimonio y que luego le sea fiel a su pareja en el amor, hasta que la muerte los separe. Y lo que nos piden a nosotros, “que permanezcamos castos de por vida”.   Una pareja heterosexual encontrará su complementariedad sexual (siempre y cuando su acto esté netamente abierto a la concepción).  Nosotros podemos ser homosexuales pero no ejercer plenamente nuestra sexualidad, porque no somos aptos para procrear.  ¿Acaso los humanos somos sólo una máquina de procreación?

La Iglesia no aprueba estas relaciones por ser actos desordenados que no van de acuerdo al Plan de Dios. Sin embargo, nos dice claramente que "los homosexuales deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza"[4] (Catesismo de la Iglesia Católica n.2357 y 2358)  ¿qué? damos lástima, aunque no entienden ni saben en carne qué es lo que vivimos?

Los argumentos en los que la Jerarquía de la iglesia se basa para referirse a nosotros son bíblicos: No te acostarás con varón como con mujer: es una abominación (Levítico 18, 22; 20, 13) (y algunas otras que profundizaré en el link de homosexualidad y religión)

La Iglesia insiste en que tanto el heterosexual como el homosexual tienen una misma identidad fundamental: el de ser creaturas y, por gracia de Dios, herederos de la vida eterna[5].  Los homosexuales entraremos al reino, siempre y cuando optemos por NO hacer vida de pareja. Porque según la iglesia: Las relaciones homosexuales, por lo tanto, al ir en contra de la naturaleza del hombre, quedan reducidas a un intercambio de placer sexual. Con esto, no queremos decir que las personas homosexuales carezcan de sentimientos y que esas mismas relaciones homosexuales no sean fuente o consecuencia de genuinos sentimientos entre las personas. Pero por su naturaleza, dichas relaciones homosexuales quedan enmarcadas en la esfera de lo sensual, de lo meramente carnal y pasional. Se dan y se reciben en la medida que produzcan un placer a las personas.  Es absolutamente cuestionable esta posición, puesto que están reduciendo nuestras relaciones sexuales a la simple genitalidad y No es así.  Las parejas homosexuales podemos compartir todas las vivencias que tienen las parejas heterosexuales (aunque no seamos biológicamente fecundos, lo somos en otras dimensiones)

La cuestión radica, no en que seamos homosexuales, sino en que no podemos ejercer nuestra sexualidad en concretar un acto genital que no está abierto a la procreación, y que es juzgado contra natura…porque hombre y mujer dios los creó.  La pregunta es:  ¿Resulta absolutamente válido usar la teoría creacionista, para juzgar nuestras acciones y relaciones, cuando la misma iglesia acepta la teoría de la evolución[6]?

Es obvio que si estaba en una comunidad católica y bebía de su doctrina, sintiese una profunda confrontación interior. En esas condiciones me salían oraciones que mostraban mi lucha interior:

 

NO SE DARTE MI VIDA SEÑOR

Me buscas, me llamas, me hablas; pero como no escucho de ti lo que quiero escuchar, entonces te ignoro o me peleo con tigo.  Me es muy difícil manifestarte mis sentimientos, los oculto hasta de ti (que se supone: me conoces por entero) 

No sé expresarte lo que siento, ni siquiera sé a ciencia cierta, quién eres para mí.  Entonces hazme saber señor quién eres,  para qué quieres mi vida?   ¿para qué he de continuar?

Acaso hay alguna esperanza para mí, ¿hay algo que me pueda sacar de este vacío existencial?  Una profunda razón que me motive a luchar por una vida que no deseo, por unas metas que hoy no tengo... ¿para qué he de continuar?

Dónde irá a parar mi alma, si no puedo conectar con tu querer, si no logro escuchar “tu voz”, si no logro creer lo que dicen de ti.  A dónde irá a parar mi alma, si sólo el escepticismo se apodera de mí.  Acaso, pese al torrente de dudas que inundan mi ser ¿vale la pena continuar?...

 

Mi alma sedienta no se resignaba a vivir así.  Muchos sospecharían de mi condición, por no verme andar con chicos. Pero mi soledad era tal, que no andaba con nadie.  A pesar de mis crisis de fe, no me resignaba a vivir sin una respuesta, algo que me motivara a vivir para no sobrevivir más.

Permanecí por mucho tiempo intentando reprimir mis sentimientos, tenía un amor platónico a la que nunca le dije nada.  Por temor a perder su amistad, decidí tomar distancia y compartir menos tiempo con ella.  El conflicto interior me llevó a pelearme con Dios, a considerar que me había hecho lesbiana para que sufriera día y noche.  Sólo él y yo sabíamos abiertamente mi condición.  Vivía sola en mi soledad, a nadie le tenía la suficiente confianza para contarle sobre mi gusto por las mujeres.

 

En ese conflicto espiritual decidí tomar distancia de esa comunidad religiosa, ya no quería saber más de charlas en las cuales a veces tocaban el tema y me hacían sentir “culpable”, por algo que no elegí, es una lucha mental donde hablan ángeles y demonios.

Los pobres enfermos que no aceptan lo que son o que se entregan a las pasiones de la carne. Y que no se proponen cambiar, o que no asumen su cruz etc. Ya no quería más a ese Dios que no se conmovía de mi dolor…sencillamente ya no quería la vida!

 

A LA CRISIS

Maldita crisis que me carcomes por dentro, que me robas la esperanza y me impides visualizar el horizonte, el color de la vida y la razón para vivir.

Maldita crisis que me aprisionas e impides romper las cadenas que me atan, que me sumes cada vez más en la profundidad del abismo, en la oscuridad de algo que me parece un infinito infierno, infierno que es un estado del alma que se lleva a cualquier lugar.

¿Cómo sacarte de mi paso? Si mis intentos por alejarme de ti parecen fortalecerte más; si cuando busco la luz y la esperanza, te agigantas cada día!

¿Cómo sepultarte antes de que termines de sepultarme en el cementerio de la desilusión, la amargura y el desamor?  ¿Cómo deshacerme de ti?

Estoy cansada de cargar con tu peso.

No evoco el amanecer porque cundo abro los ojos ahí estás; no deseo que llegue la noche porque tampoco en ella encuentro descanso.  No deseo la compañía de nadie, porque aun nadie puede acabar con mi eterna soledad.

Entonces  ¿hacia a dónde voy, qué camino debo tomar?  ¿cómo deshacerme de ti?  O bien, para que tu presencia me permita crecer o de una vez por todas morir.   Por favor ¡apártate de mí!  Déjame ver algo nuevo, diferente a lo que siempre han visto mis ojos.  Déjame salir a la luz y tener por fin, un rayo de esperanza.

Déjame desprenderme de ti, no quiero sentirte más, ni cargar sobre mi tu peso...quiero encontrarme con el amado del que muchos hablan, para que su presencia saque el hielo de muerte que hay en mi corazón, o que me abrace de una vez la anhelada muerte.

 

Me dediqué sólo a sobrevivir, trabajar y a la universidad.  Hasta que apareció una Amiga que me vio la tristeza en los ojos, ella se preocupó de mi y por mí. No sabía qué me pasaba, pero consideró que era algo que no me dejaba ser feliz. Me ayudó a sacar cita con una buena psicóloga que me ayudó a que por fin aceptara y amara lo que soy.  Paradójicamente, ella, una mujer de ciencia, me hizo entender que Dios me Ama como soy, que no me acusa de nada.

 

No lo logré de un día para otro, fueron terapias dolorosas, tomando antidepresivos, con días en que no quería continuar. En que quería desistir del tratamiento y de todo en la vida.  Uno de mis mayores temores, era enfrentar a mi hermano.  Él era homofóbico, y siempre hacía los peores comentarios sobre nosotros.  Desconocía que yo era lesbiana y que hay algunos más en nuestra familia (aunque bien camuflados) también lo son.

 

Recaía en crisis que me hacían estar de nuevo como en un círculo vicioso. Mi única manera de desahogarme plenamente era escribir algo que expresara mis estados de ánimo:

DAME FE

Dame fe Jesús, para darle sentido a mi vida; dame un motivo para no desistir, escucha esta súplica mendiga, que no sabe a dónde más ir.

Dame fe Jesús, para creer que contigo todo puede cambiar, para no pedir más el abrazo de la muerte, para no continuar en la oscuridad.

Dame fe Jesús, para vivir con ilusión, y no querer cerrar los ojos para no despertar; para poner en ti la confianza, de un nuevo  y duradero amanecer.

Porque necesita fe mi corazón, para entender que tu  entrega es por amor, que también el precio de mi vida saldó. Que me aceptas y me amas por lo que soy y como soy!

 

Cuando ingresé a la comunidad religiosa, quise aplicar a mi vida la cita: … pueden cambiar y ser nuevas criaturas (2 Corintios 5:17).  Pero la sola fe no basta cuando el problema es una depresión mayor recurrente.

La psicóloga me dio argumentos que van más lejos, que amplían la perspectiva.  Decidí mirar posiciones distintas a las religiosas y fue muy positivo para mí, e intenté construir una reflexión basada en las diferentes posturas para entender de modo argumentado lo que me estaba pasando  (VER EL LINK DIVERSAS EXPLICACIONES DE LA ORIENTACIÓN SEXUAL) 

Dichas explicaciones me confirmaron, que efectivamente no tenía por qué sentirme culpable de algo que NO había sido mi elección, y que no estaba en mis manos, ni en las manos de nadie poder cambiar.

Algo que también ayudó a mi autoaceptación, fue una confesión con un sacerdote.  Él me confirmó que Dios me AMABA y que no me juzgaba por ser como soy. Y que la iglesia debía avanzar hacia el estudio del alto porcentaje mundial que comparte mi condición.  Agregó algo que me alentó mucho más.  Si una persona homosexual, opta por tener una pareja, está en todo su derecho de amar y ser amada.  La relación se debe basar en el amor y la responsabilidad. No en la infidelidad.  Que diferencia, a una confesión que había tenido unos años atrás.  El sacerdote de esa ocasión NO me dio la absolución, aunque yo no había tenido nada con nadie.  Lo que me aconsejó fue que consiguiera un marido e hiciera una familia…a Dios gracias NO lo hice, porque eso sí sería un gran pecado…

Cuando por fin logré aceptarme, conocí a la mujer  que fue mi primer amor, aquella que fue más allá de un  simple amor platónico y que de alguna manera me dio fortaleza, para enfrentar a mi familia. 

 

ENFRENTAR A LA FAMILIA

Esa relación junto con las terapias psicológicas, me dieron la valentía suficiente para mirar a mi familia a los ojos, decirles que siempre me  habían gustado las mujeres, que ya tenía  una pareja y que me estaba matando el peso de ese secreto.  Fue un dolor de parto, pues mi hermano era homofóbico, y los comentarios antes mencionados no eran ajenos a mi familia nuclear.  Pero nada de eso me importó…ya contaba con el apoyo de mis dos únicas y mejores AMIGAS, a quienes les conté mi condición unos meses antes que a mi familia.  Ellas conocían el ser humano que hay en mí, y me dijeron que no importaba cuál era mi preferencia sexual, ellas seguirían siendo mis amigas.

Mi familia no lo aceptó de inmediato, mi mamá pensó que era un castigo divino y mi hermano que yo estaba enferma.  Me tocó recurrir a las explicaciones  sobre la orientación sexual, para que “asimilaran” un poco esa verdad que siempre les oculté.

Fue bonito luego poder obrar sin nada qué ocultar…mi primer noviazgo fue algo muy bonito, por fin sentí que podía Amar y ser Amada. Aprendí mucho de mi pareja y aspiro que ella haya aprendido mucho de mi!

Vi nuestra relación como algo para la vida, con respeto, la valoré como persona y como mujer.  Con ella aprendí que una relación sentimental va más allá de caricias y momentos románticos, pues se vive risa y también dolor; el apoyo, el compartir, construir, luchar, la compañía en momentos de soledad etc.

Una relación homosexual, no tiene por qué ser diferenciada de lo que se vive en una relación heterosexual: los humanos somos mucho más que una simple máquina de reproducción sexual, para preservar la especie.  Pobres las almas que reducen el acto sexual sólo a esa cuestión, o las relaciones sentimentales sólo al sexo!

Mi pareja ya no está.  Pero sigue estando mi familia que ahora me apoya, mis amigas que siempre estuvieron y Dios que me AMA y me ACEPTA como soy.  De no ser así, simplemente hubiese muerto cuando intenté el suicidio.  La experiencia de fe me ha llevado a entender un llamado por la defensa de la DIGNIDAD que tenemos los homosexuales, aclarar que nuestras relaciones de pareja no se reducen a los simples genitales, como continuamente lo condena la iglesia.  Por ello, he considerado necesario, construir un aparte sobre Fe y homosexualidad (VER EL LINK HOMOSEXUALIDAD Y RELIGIÓN) En el cual miro la herramienta que han usado para tacharnos de impuros y depravados que cometen actos abominables a los ojos de Dios (la Biblia) La invitación extendida no es a pelear con la iglesia, porque soy bautizada, y desde esa perspectiva; todos los bautizados somos iglesia. 

Es más bien, una invitación a entender que como homosexuales podemos y tenemos derecho al Amor y a la espiritualidad. No a la condena de la soledad, tampoco desde el desenfreno o la promiscuidad.

 

La lectura de esta situación se hace desde la experiencia de AMOR y APOYO que he experimentado por parte de Jesús de Nazaret, un llamado a conocer las situaciones antes de emitir juicios injustos. Porque sólo Jesús me ha de juzgar y él me dice: Mi juicio es justo (Juan 5,30)

 

Porque creo en Cristo, creo en el AMOR  y la FIDELIDAD, por eso estoy a la espera de un AMOR que pueda ser bendecido por él. Aunque la jerarquía de la iglesia diga lo contrario.

 

 

 

AMOR ANHELADO

Dónde estás amor anhelado, dónde mi sueño no realizado, pero por el cual lucharé!

Dónde encuentro tu mirada sencilla y tierna…para que en ella me pierda sintiendo felicidad!

Dónde mi belleza anhelada, amor que mi amor espera: dime dónde estás!

Te busco para darte mi vida, para ser y que seas mi alegría, para tener y sentir sin reservas lo que sólo el Amor nos dará

En mis sueños te anhelo, por ti hace muchos años espero…mas aunque pasen los años, no perderé la ilusión!

Aunque también me invade la impaciencia:  ¿dónde estás? ¿por qué no llegas pronto? Por qué tu camino no se encuentra con el mío…para compartir nuestros destinos y no separarnos más!

Anhelo tanto la dulzura de tus labios juntito de los míos. El sonido de tu voz en mis oídos, la caricia de tu piel sobre mi piel.

Anhelo compartir atardeceres, y el nuevo sol de cada día…anhelo tantas cosas vida mía…

…aunque tardes…aunque ahora no estés a mi lado…donde estés mi amor anhelado seguiré esperando por ti, para que Dios lo nuestro pueda Bendecir!



[1] Homofobia que agrede Aunque finalmente toda expresión homofóbica es una agresión, en este rubro agrupamos a las conductas que se ejercen de manera directa y abierta contra la integridad física o psíquica de los homosexuales, lo cual incluye las distintas formas de violencia (verbal, física, sexual y sobre los bienes) ejercida por particulares, por aparatos gubernamentales (policíacos y militares) o mediante políticas sistemáticas de persecución o exterminio. Aunque, en general, la relación entre homofobia y salud no ha sido suficientemente estudiada, los efectos de la homofobia que agrede son los que más se han documentado en forma de ansiedad, depresión y conducta suicida en homosexuales, particularmente en la adolescencia. En: Homofobia y Salud José Arturo Granados Cosme[1], Guadalupe Delgado Sánchez[2], José Manuel Méndez Tapia[3] En: http://infouam.blogspot.com/2006/10/homofobia-y-salud.html

 

[2] ¿Puede ser sacerdote un joven con tendencias homosexuales? Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E. En: http://www.teologoresponde.com.ar/respuesta.asp?id=36

 

[3] El número 3 representa "totalidad" o "siempre", quizá porque 3 son las dimensiones del tiempo: pasado, presente y futuro. Decir 3 equivale a decir "la totalidad" o "siempre" Siginificado bíblico de los números En: www.buzoncatolico.com

 

[5] Sánchez, Griese Germán. Resumen del documento sobre la atención pastoral de las personas homosexuales

[6] Juan Pablo II hizo dogma de la Iglesia aceptar a la teoría de la evolución el avance científico como algo real y empírico.  En: http://seldonmatrix.com/?p=142 La Teoría de la Evolución

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